miércoles, 12 de septiembre de 2018

Más allá de las fronteras del bien y del mal


 

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS


DEL BIEN Y DEL MAL.

 

 


 

¡Cómo vuelan los suspiros de la ciencia arrastrados por el silbo de los vientos! ¡Qué atractiva trampa volverá a enredársenos en el empedrado camino del amor!

¡Qué inclinación más baja subyace en los hombres que practican la barbarie por el buen nombre de Dios!

Canalizo mi memoria, y esta inflexible, se regocija contemplando el sarmiento que siempre retorna al brocal tronzado en retorcido abrazo.

 

El sabio átomo flota en la mirada del conocimiento con la intensidad del elevado trueno que alcanza su ideal más allá de las fronteras del bien y del mal, del ingenio y del orgullo.

El ingenio resulta insoportable viniendo del hombre, y el orgullo de su espíritu cae con la tiránica injuria de poseer unos principios posiblemente idénticos.

La esperanza  se consume a medida de que se empieza a odiar con la rudeza del corazón de una virulenta piedra, que se ve incapaz de liberarse de su diabólico espíritu.
 

Horrorosas son las vivencias del hombre melancólico que tras salvar la reputación de los abismos de mármol del desprecio se abotaga con su comediante inmoralidad.

Mesamos la conciencia esperando oír su propio eco semejante al más simple de los fingimientos que descansan en la animalización del conocimiento.

 

Felicidad y Destino. Espíritus errantes que tropiezan con la caótica nebulosa de la iglesia que vaga con los estúpidos argumentos de un fenómeno Moral.

Horrible calumnia que ofende mi orgullo quizá predestinado a contemplar las ruinas de un firmamento sin estrellas.

 

Un espejismo mediocre mil veces rebautizado con el concubinato: sensualidad y amor.

Cabalmente contrarias a este concubinato la vanidad del espíritu aparece

corrompido por el olor de su naturaleza que sin adornos ni tapujos lucha contra la indiferencia de la ciencia.

La antigua lengua de fuego poseedora de la luz del conocimiento se injerta en el demoníaco fariseísmo engendradora de la tenue vigilia moral predispuesta en todo momento a esterilizar el alma.

Miro a los abismos de su negro fuego el cual llama, y yo lo escucho porque lo siento como algo que llevo consigo.

En ello hay indicios de la patología trágica que ciertos individuos suelen transportar tras someterse a la tiranía de la sin razón, siguiendo los dictados hasta más allá de las fronteras del bien y del mal, cuya familiaridad, ¡hace estremecerme!

 

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