MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS
DEL BIEN Y DEL MAL.
¡Cómo
vuelan los suspiros de la ciencia arrastrados por el silbo de los vientos! ¡Qué
atractiva trampa volverá a enredársenos en el empedrado camino del amor!
¡Qué
inclinación más baja subyace en los hombres que practican la barbarie por el
buen nombre de Dios!
Canalizo
mi memoria, y esta inflexible, se regocija contemplando el sarmiento que
siempre retorna al brocal tronzado en retorcido abrazo.
El
sabio átomo flota en la mirada del conocimiento con la intensidad del elevado
trueno que alcanza su ideal más allá de
las fronteras del bien y del mal, del ingenio y del orgullo.
El
ingenio resulta insoportable viniendo del hombre, y el orgullo de su espíritu
cae con la tiránica injuria de poseer unos principios posiblemente idénticos.
La
esperanza se consume a medida de que se
empieza a odiar con la rudeza del corazón de una virulenta piedra, que se ve
incapaz de liberarse de su diabólico espíritu.
Horrorosas
son las vivencias del hombre melancólico que tras salvar la reputación de los
abismos de mármol del desprecio se abotaga con su comediante inmoralidad.
Mesamos
la conciencia esperando oír su propio eco semejante al más simple de los
fingimientos que descansan en la animalización del conocimiento.
Felicidad
y Destino. Espíritus errantes que tropiezan con la caótica nebulosa de la
iglesia que vaga con los estúpidos argumentos de un fenómeno Moral.
Horrible
calumnia que ofende mi orgullo quizá predestinado a contemplar las ruinas de un
firmamento sin estrellas.
Un
espejismo mediocre mil veces rebautizado con el concubinato: sensualidad y
amor.
Cabalmente
contrarias a este concubinato la vanidad del espíritu aparece
corrompido
por el olor de su naturaleza que sin adornos ni tapujos lucha contra la
indiferencia de la ciencia.
La
antigua lengua de fuego poseedora de la luz del conocimiento se injerta en el
demoníaco fariseísmo engendradora de la tenue vigilia moral predispuesta en
todo momento a esterilizar el alma.
Miro
a los abismos de su negro fuego el cual llama, y yo lo escucho porque lo siento
como algo que llevo consigo.
En
ello hay indicios de la patología trágica que ciertos individuos suelen
transportar tras someterse a la tiranía de la sin razón, siguiendo los dictados
hasta más allá de las fronteras del bien
y del mal, cuya familiaridad, ¡hace estremecerme!
Da que reflexionar 👏🏻👏🏻👏🏻
ResponderEliminarReflexionar, nos hace más aabios
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