lunes, 8 de mayo de 2023

Sombras de amor

 

Sombras de amor


 

Acudí a aquella fiesta de ogros

Portadores de pétalos marchitos,

Tus labios, eran deseos para mí;

Pero la fuerza de tu hielo

Avanzaba en la noche

Fragmentada de deseos involuntarios,

Como si sólo fueses un pedazo de carne

Remando en las galeras.

Ello provocó una hemorragia emocional,

Un sueño destinado a desaparecer

En las tinieblas de tus ojos.

Yo estaba allí, y tú, eras piedra,

Escuchando los murmullos profundos,

Dejando muda la palabra.

Yo, abría los poros de mi piel,

Más después de un tiempo que pasó lento,

Mi corazón comenzó a vagar

Por aquellas apariencias de escombros entre latidos.

La música, llegó a mi sangre

Poniéndose en otra orbita,

Oscura y sin sustancia,

Que con su magia negra encadenaba

Hasta el punto de producir vértigo.

Yo no quería ser cómplice de un dolor invisible,

Tenía ganas de ti,

Como el insecto al que le apetece la miel para picotearla.

¡Te hubiera bebido entera,

Así fueses agua de mar!

Pero mi alma se tiñó de betún;

Por eso, di la vuelta y desaparecí.

Mientras daba la espalda,

No sentí una mano cálida en mi hombro,

Ni oí mi nombre llamando la atención;

Por tal motivo, decidí emprender solo un viaje

Para pedir explicaciones al viento,

Como lo hace la lluvia en el atardecer.

Mis pupilas se llenaron de palomas negras

Mientras la gente, como tortugas de sangre fría,

Movían sus pesados caparazones.

En cierto modo, soñé por un momento;

Pero a veces, los sueños son ligeros

Como la brisa perfecta.

Y mientras caminaba,

El hollín del asfalto penetraba en mi alma,

Ya sin armadura ¡violándola!

Dejando  mi cuerpo dolorido y vacío.

El corazón se me hizo un nudo

Que intentaba desenredar;

Pero no respetaba mis deseos.

Aquella noche salí a bailar;

Pero mi corazón no supo interpretar la música,

Y en mi pecho, sólo entraron los ecos producidos

Por los tacones excesivamente altos,

Hechos a  medida de las conciencias.

La noche me dejó sus espinas venenosas

Pese a acudir atendiendo a la llamada del amor.

Pienso que, sólo seré musgo,

Que crece en las tinieblas obtusas.

Estuve esperando con los brazos cruzados;

Pero la vida tiene la última palabra.

No me has vencido,

Simplemente me dejé  vencer,

Por más que me mojé y llené de frío;

Me conformaré si logré hacer llorar tus ojos

Dejando para la posteridad mi corazón roto,

Derrotado por culpa de una distancia de diez metros

Que albergaban sombras de amor.

 

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