La
jaula donde se encierra la vida
Puedo afirmar que ya no tengo miedo;
Pero también que tengo menos tiempo;
Las salidas de la noche se bloquean,
Las yedras trepan hasta mi balcón,
Y en su
sombra verde,
Anidan y cantan los mirlos.
Ellos escuchan mis pasos cada día,
Y con su mágica conciencia
Bailan con mi corazón,
Como el sol lo hace con el río.
La esperanza, son globos que se hinchan
Y el viento los eleva;
Hasta los perros olvidados,
Exorcizados por el camaleón del tiempo,
El cual, cosecha la niebla.
Todo mi camino es horizonte y polvo,
Cartas amarillentas con olor a ceniza.
El trigo se peina con las manos del viento
Y con el murmullo de la tierra,
El hombre construye tumbas
Para ocultar el rebaño de vírgenes y diablos.
No hay polvo negro, ni verde, ni amarillo…
Sólo hay ojos cansados de miradas estrechas,
Grafitis de pies planos
Bronceando la verdad;
Pero la verdad, es un martillo que golpea
Y que, a veces, resbala chafándonos las manos.
Por tal motivo,
A veces hasta lloramos
Como perros desconsolados por sus pulgas.
Somos perros genéticamente manipulados,
Mariposas construidas de chatarra;
Pero como digo, ya no tengo miedo,
Me falta tiempo para tenerlo,
Pues el tiempo,
Es la jaula donde se encierra la vida.
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