Son
las mujeres
II
La fuerza del tigre,
No puede ni debe destruir su morada
Ello sería como sembrar de alambradas
El radiante estadio del amor platónico.
Como hombre, me entrego
A la actividad divina
De la bella dualidad del alma y cuerpo
De la mujer
por mí siempre amada.
Pues el sentimiento cósmico del amor
Es sin dudarlo, lo más hermoso
De la vida del hombre;
Dado que la mujer, es el cosmos viviente
Donde los amadores por naturaleza
Entran en trance erótico para morir amando.
Ya que si el amor es mi religión
La mujer, es su sagrado evangelio.
Este es mi secreto y mi divina flor;
Pues la mujer es la primavera
Que en mi pecho duerne.
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