Ángel
caído
Heriste mi corazón
Cuando tapaste la cara,
Mi diccionario de orgullo
Encontró el cáliz de mi destino,
Donde la miel
convirtió en brebaje;
Las flores del mal impregnaron mi alma
Asomando la violencia en mi rostro;
La luz victoriosa que iluminaba se apagó
A la vez que lo hacía el caluroso afecto.
Los sentimientos, como galgos que persiguen los
sueños
Se vieron obligados a desistir
Al ser pisoteados por la indiferencia de tu mirada,
Mi piel de cobre encontró la furia de tu mar proceloso;
Y herida mi libertad,
Se encaminó hacia el abismo
Donde los ojos llorosos descansan.
Ahora camino como un robot indeciso
Murmurando sus quejas e irritabilidad.
La culpa quizá sea de los pájaros
Que prefirieron las cadenas de oro
A sus cantos alegres y humildes;
Pero así es la vida marcada por los seres divinos
Que perforan la dignidad del alma,
Para permanecer en claustro oscuro
Por culpa del rigor de un amante desbocado.
Me pinché con tu rueca silenciosa
Y las flores de oro pusieron fin a su magia
Quedando el alma vacía.
Estoy dispuesto a tragarme mi orgullo
Como si el orgullo fuese una simple aceituna;
Aunque el brillo de tus ojos
Ha de permanecer en mis recuerdos
Como el ángel caído
Que no supo distinguir el bien del mal.
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