martes, 15 de marzo de 2022

Mujer en la cima

 

Mujer en la cima

 




 La dulce  poesía de la rosa de Damasco

Huyó absorbida por los últimos vapores del crepúsculo,

Los arreboles se avergüenzan

Ante el claro veneno de la mujer tirana;

Esa que, cuando llega la guerra amorosa, sonríe;

 Cubriendo con sus destellos celestes 

la celosa campiña del amor.

La hoja blanca se impregna de sombras asesinas

Y los llantos de las efigies,

 Son líricos epitafios que dañan los ojos.

Si un pretexto para vivir libre

Es atraer a las hienas de la noche con su sexo hirviente,

El alma quedará atornillada

A la puerta que todos pretender derribar;

Para una vez conseguida su conquista,

Llegar hasta el sendero de cristales yertos.

La última copa de vino agrió la sangre

Y el curvo cuchillo atravesó las ingles

Para levantar las faldas sin esfuerzo;

Pero dejando un rastro de lágrimas

Que hoy retumban en el azafrán de la hoja de lata.

El centauro, ya ha sido domesticado

Al probar el rico  placer de la lujuria;

Pero quizá el cobrizo rayo de la esperanza

Se instale en tu enmarañada cabellera

Haciendo perder fulgor a tus ojos.

Dudo si habrá un mañana donde la transparencia del cielo

Te haga llegar a la mansión donde habitan los pájaros,

Y acabe con la fatal estrella

Que desata la tempestad del rayo airado de inocencia,

Apuntalada  por  la lealtad de los amantes.

Ahora, te sientes en la cima de la montaña;

Pero cabe la posibilidad

Que acabes siendo aplastada por su propio peso.

 

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