El
silencio
II
Hay veces que, es preferible el silencio
A hablar y meter la pata;
Pues hay palabras que ofenden,
Causan daños irreparables,
E incluso se puede llegar al instinto cainita
Por culpa de una palabra dicha a la ligera.
Convencido estoy de que el verdadero poder
Se halla tras los muros del silencio,
Como una ortiga floreciendo en el zócalo umbrío.
Algunos creen que enfermé
Al cubrirme con las escamas del silencio;
Pero no es así,
El silencio me hizo hurgar
En la caverna donde enterré mi alma;
Mis pies se negaron a caminar
Para no tropezar con las infidelidades,
Las groserías, y blasfemias.
Cansado ya de ver tantos hatos cargados con
problemas
Y que los hombres soportan en sus hombros
Con inusitada desesperación,
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