sábado, 11 de julio de 2020

La venganza y la vida


La venganza y la vida
 


Siluetas negras bañadas por la lluvia

Recorren la ciudad,

Mientras las estrellas invisibles

Se encuentran más allá de la mirada.

Las puertas se impregnan de nostalgia

Avanzando hacia una música de espejos

Heridos por la noche y su silencio;

Como el gorrión navega en un barco

Sin velas que, con impaciencia escapa

Con las alas rapadas hasta otros mapas.
 

Tengo ochenta años y aún no sé

Santiguarme, ni ponerme de rodillas;

Hasta las farolas con su lengua de fuego,

Tatúan las cicatrices, en el misterio insondable

De la garganta abrasada.

Miro el cielo y me pierdo en su negrura.

Quemé mis sentidos

Como quemé las estrellas de papel.

Soy un niño que crece mirando al cielo;

Siempre brilla la niebla en mi frente

Mostrando mi remota belleza

Y las ruinas de mi dolor.

Ícaro, me trae volando la nostalgia

De ser el príncipe de los cisnes,

Que vivió y vive en el cañaveral etéreo,

En las ruinas de un corazón de plomo,

Donde los perezosos sueños

Se desengañan de una multiplicada vida.

El invierno desviste las rosas

Y amordaza con  prisa,

Cada tallo y cada hoja;

Así, es la venganza y la vida.

 

 

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