El país del cielo
Cuando la tarde cae, la alegre
mariposa
Abandona la flor errante del vergel;
Y la serpiente de todas más venenosa
Se sacia de rocío y la esencia de su
miel.
Cuando llega la noche, con sus
tinieblas de oro,
Miro la blanca sombra con etéreo tul;
Huyo del beso y como un niño lloro
Al perder los destellos de su concha
azul.
Cuando llegan las penumbras y el tenaz
deseo
Y los fuegos fatuos te llevan a mí,
Ansiosamente a los ángeles felices veo
Porque las sombras de la ilusión danzan
ante mí.
La aguja del Norte es mi puente y consuelo;
La pira de humo que me lleva a Dios;
La tumba está abierta en el país del cielo,
Y allí en lo más alto, viviremos los
dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario