Cada día, es un guerrero que muere
Los
seis caballos de tiro
Aún
arrastran mi carreta;
Ellos
viven y yo vivo
En
mi morada secreta.
Llega
la noche y el frío
Y
me tapo la cabeza,
Como
el temeroso niño
Que
le asusta la tormenta.
Más
no es la lluvia ni el trueno
A
quien este hombre se enfrenta,
Sino
al destino traicionero
Que
a su vida se sujeta.
Una
Virgen hay en su vida,
Y
un altar en el que reza;
Ella
es la Virgen María,
Su
altar, la naturaleza.
De
corona tiene el sol,
De
collar, todas estrellas,
Y
no hubo emperador
Que
le iguale en la riqueza.
Soy
un hombre solitario,
Soy
vagabundo y poeta;
¿Hay
algo más extraordinario
Exceptuando al Profeta?
Mis caballos ya relinchan,
Exigiéndome dormir;
Más soy hombre temeroso
Que le da miedo morir.
Cada día que se extingue
Es un guerrero que muere,
Pues la vida no distingue
Lo que fuiste, o lo que eres.
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