Drácula
Allí en la adusta colina
Digna de alabanza y de condena,
Se ve su sombra proscrita
Como el trofeo de un alma en pena.
Toda la sangre será derramada
Por crueles dagas hoy malditas;
Para saciar la sed de este vampiro
Que es la flor de estirpes exquisitas.
Sobresaltada quedarás al oír el eco
De agudos sonidos de violines,
Mientras por las torres vuelan los murciélagos
Dominando sus confines.
Mientras por las torres vuelan los murciélagos
Dominando sus confines.
Sorprendida quedará tu alma
Al no ver las nervudas manos
Que voluptuosamente hunde el nácar
De las teclas del polvoriento piano,
El cual, quiebra el tiempo
Y el futuro enerva,
Con sus acordes inconexos
Y que hasta el alma llegan.
Y que hasta el alma llegan.
Los ideales avanzan al paso del
sigiloso vampiro,
Cuya magia busca con locura extrema
El permiso de su amada,
Para extraer el elixir de sus venas.
No tiene miedo, ni terror,
Aunque las estancias yertas
Desprendan el enigmático vapor
Oculto entre las hiedras.
Desprendan el enigmático vapor
Oculto entre las hiedras.
Drácula ya escogió a su doncella,
Latente espera su corazón,
Como la luna su derrota espera;
Y que hoy, como la sangre es su fulgor.
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