Sorpresa
mágica
Lo
vio pasar como el viento
conduciendo
su “Yamaha”
llenándose
de embeleso,
reavivando
la tenue llama
de
aquel amor casi muerto
que
un día en su cuerpo brotara.
Lanzó
un suspiro hondo y lento,
De
esos que salen del alma,
Pensó
otra vez en Roberto
En
las clases de piano y danza,
En
su hercúleo cuerpo y bello,
En
las facciones de su cara,
En
los guiños indiscretos,
El
tic de sus cejas pardas.
Impregnada
de recuerdos
vive
su mente asolada,
pensó
en decirle “te quiero”
pero
se sintió asustada,
pues
el amor es lastimero,
vendaval
que todo arrasa.
Hoy
germinan los anhelos
De
aquella infeliz muchacha
Que
no supo decir “te quiero”
Y
se lo expresó por carta.
Con
una flor de romero
Un
palomo de alas blancas,
Un
catorce de febrero
Se
posó en su ventana.
La
despertó de su sueño
Aquella
fría mañana,
El
emplumado cartero
Transportando una alianza
Con
unas letras grabadas
En
las que ponía “Roberto.”
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