jueves, 18 de octubre de 2018

En la isla coralina


 

 
En la isla coralina

 

Con  tempestuosos ecos

De cirros enfurecidos,

Mil hordas de sufrimiento

Vagan lanzando cuchillos. 
 

Uno dio en el corazón

De un ángel de luz cautivo,

Por el  sublime candor

De una perla del Pacífico. 
 

Era un amor imposible,

Las distancias eran largas,

Así hubiera sido un príncipe

De una esplendorosa patria. 

Se olvidó de las costumbres

Que en aquella tierra arraiga,

Su gente como sus cumbres

Despiden fuego de magma.
 
Cuando en la isla coralina

Arribó con su velero,

De una piel de verde oliva

Se enamoró sin remedio. 
 

Collares de flores lindas

Ella colocó en su cuello,

Creyendo que ésta lo hacía

Por amor al marinero. 

 

Más luego llegaron otros

Con los dorados cabellos,

 Y aquellas mismas lisonjas

A todos les ofrecieron. 
 

Se le eclipsó la razón

Y enlutó el brillo solar,

 Que con tamaña  luz ardió

Cegando su claridad. 
 

Se trocó el fulgor radiante

En cuchillo matarife,

Y aquel marinero errante

Se esfumó en los arrecifes. 
 

Un día le vieron el barco

Navegando a la deriva,

Y en el timón encontraron

Un collar con flores marchitas.

   

 

 

 

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