viernes, 5 de octubre de 2018

La víbora del destino


LA VÍBORA DEL DESTINO


 

 

En mi pecho se abre la herida del silencio

y respiro la negra calma que exhalan las piedras,

mientras en la fronda inmóvil de la noche

se derrumban las asperezas extrañas

de una ola de sangre.

Suenan los ecos de una flauta

 emergiendo de la concha horadada

de la injusticia.

Araño con mis manos el tiempo infiel,

ese túmulo vestido de apariencia viva,

víctima de la víbora del destino,

sin saber distinguir los ojos del alma

de los del silbo púrpura

del gigantesco Cíclope.
 

Ha de morir la raza de los dedos fecundos,

y el albañil de alambre que sustentó a mujer,

como morirá el llanto

en el recuerdo de un día nublado

bajo los perezosos juncos de un fangal.

* * *


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