¿Es
posible haber
vivido
otras vidas?
"Rima libre"
A veces, mis sueños se repiten:
Viajo a lugares que ya he estado,
Siéndome familiares los rostros que
veo
Y las actividades que realizo por
curiosas parezcan
Ya las he hecho con anterioridad.
¿Es
posible haber vivido otras vidas?
¡Sin embargo, no recuerdo haber muerto!
¿Pero a caso la muerte puede
recordarse?
¿No es cómo una especie de anestesia
total,
Que al recobrar el conocimiento
Lo único que percibes son mareos y
náuseas?
Ese atolondramiento de tiovivo puede
durar días.
Y en lo único que reparas es en el
dolor que sientes
Provocado seguramente por la
reparación
De esos huesos rotos, esos órganos,
esas arterias,
Esas vísceras… que tuvieron que
manipular
los cirujanos para restaurar el daño.
En mis sueños, he estado en guerras
Empuñando filosas espadas o rifles de
repetición.
Aunque nunca supe por qué luchaba
Ni quiénes eran mis enemigos.
Era una batalla en la que todos,
Luchábamos contra todos.
Y nunca, se producía una victoria.
¿Acaso porque quizás, en esas
situaciones
Todos estábamos derrotados de
antemano?
Se lucha por luchar; Un juego
pervertido
Donde afloran nuestros instintos
cainitas,
Donde no tienes tiempo de hablar para
preguntar:
¿Por qué diablos dicho enfrentamiento?
Sólo obedeces órdenes, y ellos, “los
supuestos enemigos”
Supongo que estarán en ese campo de batalla
Obedeciendo otras órdenes.
¿Pero quiénes dan esas órdenes...?
Todos vamos uniformados de igual manera,
Nuestras guerreras van manchadas de
barro y sangre;
Pero al menos yo, nunca vi nítidamente
El rostro de mi supuesto enemigo.
Aunque se oían los gritos que
profanaban
Enardeciéndolos para la encarnizada
lucha.
Quizá también, algunos gestos
Acuñados en su cara de furia.
Ese guerrero, ese soldado…
Perfectamente podría ser un pariente,
Un vecino, o un compañero de los
juegos infantiles.
Pero ahí, se presentan difuminados con
una sombra azul,
Sin saber bien si esas sombras
Son provenientes de los nubarrones que
oscurecen el cielo.
Quizá, con ese fulgor etéreo, se
santigüen unos héroes
Que lo único que han perseguido en su
vida sea un amor.
Y ese amor, es lo que les incita
a luchar contra diestro y siniestro.
Más cuando se ven rodeados o desbordados,
La forma que tienen de esquivar el
peligro, es volar
Como si fuesen majestuosas águilas
reales
Buscando las luminiscencias de su crepúsculo.
Al día siguiente, esas mismas personas
pasan a tu lado,
Te dicen adiós y siguen su camino,
Como si con anterioridad, no hubiese
ocurrido nada.
¿Todo esto ha qué es debido?
¿Serán en realidad nuestras almas
las que constantemente luchan,
para buscar las respuestas de una
verdad
quizá camuflada entre los arreboles
del cielo?
Dicen que la verdad y la mentira
Viaja con cada uno de nosotros:
Y cuando la realidad supera a la ficción,
Sólo queda un bosque de árboles
petrificados
Donde parece estar enterrados por su
tronco,
Carente de ramas y demás follaje,
Como si fuesen postes de telégrafos
sin hilos,
Donde por más que nos desgañitemos,
Es totalmente imposible mandar mensaje alguno
Para que alguien pueda venir en
nuestro auxilio.
Quizá, los hombres, sólo seamos eso:
Unos postes anclados a la tierra,
Incapaces de dar ningún agradable
fruto.
Y mucho menos, el encontrar los
deslumbrantes destellos
Que nos guíen a encontrar el laurel de
una
victoria.