Te
amo
Dime, tierno corazón:
¿Por qué de mí te apartas?
¿Quizás leíste otras cartas?
¿Quizás oíste otra voz?
Y al declararte su amor
En mí pecho se cernía
La congoja, la agonía,
Y el puñal de la traición.
Aquella dorada espiga
Y la gloria, a mi me falta,
Ahora la espina se ensarta
Pensando en ti virgen mía.
La vista entonces se abstrae,
No importa ser feo o hermoso,
Ser hombre espuma o rocoso
Cuando el látigo la piel contrae.
El ojo grácil y angélico
Huye del infierno en llamas;
Más cada vez que me llamas
Siempre hasta ti me acerco.
El viento enmascara el nudo
Hecho con mi arrobamiento;
Cual hoja que azota el viento
Dejando al árbol desnudo.
La noche cristaliza e ilumina
La arena de la remota duna,
Cual losa yerta bajo la luna
Tu mirada, es nieve alpina.
Verdad o falso es el éter
Que manan de tus labios,
La nube del desagravio
Se dejó caer en tu suéter.
La noche extiende su acordeón
Evacuando de su fuelle los rumores,
Que cosecharán otros autores
hoy ocultos tras su torreón.