La
flor que le fascinaba
Un hombre llamó a la puerta
De
la flor que fascinaba,
Pues tenía la sangre ardiente
Y con fuego se expresaba.
Rotunda fue su respuesta:
Dijo que estaba casada,
Dejando así su arrogancia
Por suelo
desparramada.
Se sintió cual chimpancé
Probando bilis amargas,
Pues amargosa es la nuez
Cuando se coge temprana.
Un día caerás al suelo
Dijo dándose importancia,
Y entonces no seré yo
Quien por ti doble la espalda.
Ahora eres fruto divino
Y encuentras en alta rama,
Pero de forma
silente
Pudrirás y serás nada.
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