El
cobrador del frac
Te hayas perdida en una bruma
Sin ver a nadie que te socorra.
¡Qué
desesperación!
Ante tus ojos,
Todo se desmorona como un tolmo de arena.
¿Dónde están ahora tus hijos?
¿Dónde esos amigos cual maniquíes de escaparate?
Ahora, ves sin remedio que nadie te echa en falta.
Tus labios tiemblan,
Las palabras permanecen ahogadas en el alma.
Las puertas se cierran con candados de indiferencia
Por culpa de ese destino que no supiste prever.
¡Sí! sigues siendo una persona;
Pero en la práctica,
Sólo eres una muñeca de papel.
Nadie te quiere;
Porque la gente, ante los problemas huye
Al creer que ya son suficientes sus propios
problemas.
Quizá, si fueses capaz de retroceder en el tiempo
Cambiarías algunas cosas,
Algunos hábitos de vida;
Pues ellos, y a la postre,
Son las consecuencias de este presente para ti
nefasto.
La indiferencia reina por doquier
Por ser una herbívora
En un mundo rodeado de carnívoros.
A veces, hasta las hienas se sacian,
De ti, ya consumieron tus mejores bocados,
La carne suculenta y afrodisíaca de la juventud.
Quizá, ha llegado tu hora y no lo sabes,
Te niegas a creerlo;
Pero vivir sin alegría
Es como morir
de forma prematura.
¿Qué fue lo que sembraste?
¿Malas hierbas y espinosos cardos?
De ser así, llegó el momento de ingerir sus espinas.
Quizá fue por culpa de una sociedad ambigua.
O quizá porque en su momento
Nadie te supo guiar por el sendero de la luz.
La vida pasa; pero el
cobrador del frac
Te recuerda sus facturas.
Ante esta situación aparece la niebla
La cual, te impide ver la florida primavera.
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