viernes, 8 de enero de 2021

Cisne de visigoda belleza

 

Cisne de visigoda belleza

Voló el cisne

De alas negras,

A sumergirse en el lago

Profundo de las estrellas.

Quizá el cisne

De visigoda belleza,

Tiene sus raíces

En estelares piedras.

Las estrellas celestiales

Viven más allá

Del azul de los dioses;

Con sus áureas etéreas.

Más los dioses carnales,

Visten  con  rasos y sedas;

Y ante los fulgores del oro

Se deslumbran y se estrellan.

Pues en el fondo,

 Sus latentes corazones

De magna ambición  se impregnan.

Vuelan los cisnes carnales

Buscando fuego de estrellas;

Y en sus juegos bacanales

Sus pasiones se desvelan.

Vuelan los dioses azules

Entre cielos de tinieblas,

Donde se mezclan los tules

Con lirios de las riberas.

El cisne de alas negras

Ya no se ve en la ribera;

Pues quiso volar tan alto

Que llegó hasta las estrellas;

Pero éste, tan alto estaba,

Que cuando miró hacia abajo,

   Vio a un cisne que lloraba

Porque estaba solitario.

Triste derramó unas lágrimas

Que llegaron hasta el lago,

Eran pesares del alma

Y todas  bebió de un trago.

El cisne de alas negras

Se olvidó del cisne blanco;

Quedando todos sus besos

Entre rocas encallados.

Pues las tormentas del alma

De intempestivos relámpagos,

Carbonizan los recuerdos

Y las alas de los pájaros.

 

 

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