Ardiente
poema
La mente, corre veloz como una saeta,
Llegando a donde nadie puede llegar;
Y cuando sólo sea el polvo de un poeta
Me adentraré donde nunca logré entrar.
El tiempo dejará de existir, sólo el
alma
Paseará por estanterías de enciclopedias,
Con hojas amarillas impregnadas de
lágrimas,
De capítulos de enredos, intrigas y comedias.
Entonces, el silencio penetrará en mi
tumba,
La tenue luz, teñirá de gris el tiempo absurdo,
Y el relámpago, se ahogará en la perpetua turba
De tierras salvajes que estremecieron
mis sueños.
Los poetas caminan descalzos sobre
ascuas ardiendo
Beben sus sentimientos y emborrachan
de sombras,
Bajo un cielo que se disuelve en su
azul de Océano,
Entrando en el universo celeste de las
estrellas,
Que gravitan alrededor de una pluma de
escribano
Desprendida del epitafio de un ardiente poema.
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