Sirenas seductoras
Acostada eternamente allí en la playa
Permanece la dulzura del nácar de sus
sueños.
Renacen los astros y las sirenas seductoras,
Amantes sin amor, de senos de oro y
ojos de lirios.
Vieron hundirse al corsario
Bajo las espumas profundas,
Y entre sollozos roncos,
Sombras ignotas, gritos y rumores,
Yacen en los abismos,
Donde las perlas nacen y mueren.
La sangre mancha el mar inmenso
Tragado por la noche victoriosa;
Legión de estatuas, inquietas y vibrantes
Se toman de la mano y
Suspiran los ídolos sombríos.
La dulce tibieza de la tarde
Llenan las venas del escultor salvaje,
Taladrando los abismos
Con sus ojos de diamante;
Mientras el alma de los dioses
Vagan por los lechos insondables
Reclamando los imperios de la carne,
Bebiendo cual jinetes fantasmas
Que se eclipsan bajo el oro reluciente
Del copón del vino divino.
Los demonios traicioneros
Apuran los elixires de la gloria
Arrastrados por los anzuelos
Mi corazón extasiado
Hoy les pide a las sirenas
Que abandonen sus olas,
Que cabalguen a lomos del viento,
Que vuelvan junto a mí
Que vuelvan junto a mí
Y desaten los nudos de mi red.
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