Maldigo al rayo tenebroso,
Maldigo al fuego destructor,
Y bendigo la primavera
Con sus jardines en flor.
Maldigo al hombre violento,
Y maldigo la traición,
Y bendigo aquellos labios
Que sellaron nuestro amor.
Maldigo a quien mata a sangre fría,
Y al sanguinario león,
Y bendigo a los honrados
Con el favor de mi Dios.
Maldigo a los maleantes,
Las sangrientas cacerías,
Y bendigo a los estudiantes
Porque son nuestra alegría.
Maldigo la soledad
Cuando entenebrece el alma,
Y bendigo la bondad
Que se esparce como escarcha.
Bendigo los pobres de España,
Bendigo a la agricultura;
Y a quienes al hambre engañan
Sustentándose en verduras.
Odio las sombras y el vicio
Y las vidas rutinarias:
Y bendigo a los domingos
Y a la paga extraordinaria.
Bendigo todo lo bueno
Y maldigo todo malo;
Aunque
sean sólo deseos,
El poder no está en mis manos.
Ni está en quien dicta las leyes
Ni tampoco está en la ciencia,
Ni en los rebaños de bueyes
Que rumian toda conciencia.
Y rumiando los placeres
Efímeros de nuestras vidas,
Viajamos cual mercaderes
Por las galaxias perdidas.
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