La
ambrosía y el placer
Acepto que soy un sentimental
Incapaz de infundir amor;
El amor de una mujer es integral;
Pero tras la entrega, llega la perdición.
Más yo hoy daría mi vida,
Mi alma, mi oro y mi fama,
Por salvaguardar tan sólo
Una flor de su palabra.
Que son rosas sin espinas
De los jardines del cielo,
Donde las manzanas rubias
De las albas, derriten mis anhelos.
Escucho un desafiante grito
En respuesta a mi hiriente profecía;
Elevándome hasta el infinito
Tras la estela del Profeta Jeremías.
Pese a los recelos y flaqueza
Seguiré enmarcando poesías;
En los horizontes de
grandeza
De un
mundo que continuamente espía.
En ti busqué el amor bendito,
Pues bendecida está siempre la mujer;
Con ella, encontré lo más bonito;
Con ella, la ambrosía y el placer.
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