Lady
Godiva
Bajo el reinado de Eduardo el
confesor,
Coventry, se ahogaba bajo los impuestos.
Las súplicas para reducir dichos
impuestos
Fue ignorado por el conde de Mercia,
Encargado de reclamarlos al cien por
ciento.
Su esposa Godgifu, casta y de carácter
piadoso,
Pidió compasión a Leofric, su esposo;
Y fue tal su machacona insistencia,
Que convencido de que le daría vergüenza,
Leofric, le hizo esta singular propuesta:
Leofric, le hizo esta singular propuesta:
“Pasea desnuda, montada sobre un
caballo
Por el mercado del pueblo de Coventry,
Cuando los puestos estén de gente
a rebosar;
Si a la propuesta que te hago la llegas a realizar,
Perdonaré todas deudas y los dejaré en
paz."
Ante el asombro del conde Leofric,
Godgifu, aceptó dicho reto sin más.
Al día siguiente, completamente
desnuda,
A lomos de un brioso caballo semental,
Se dirigió hacia el endeudado pueblo
Para sus augustas carnes feriar.
Tan sólo le cubría su hermoso cabello,
Suelto, largo, bellamente ondulado;
Siendo admirada como una radiante flor
de pétalos blancos y perfumados.
de pétalos blancos y perfumados.
El conde de Mercia, no tuvo más
remedio
Que el acceder a sus anteriores peticiones,
Perdonar las deudas a sus pobres súbditos
“Un regalo de Dios” se oía por todos los rincones.
Y ella, ha pasado a la historia como
Lady Godiva.
Su nombre era Godgifú, que significa
git of God,
Godiva es la versión latina de ese
bello nombre.
Esto es como no podía ser otro, “Regalo
de Dios”
***
Me pregunto que habría hecho
si yo hubiera estado allí,
viendo a dicho monumento
con carnes color marfil.
Le habría dicho: ¡linda flor
déjame coger tus cabellos,
y siente mi corazón
que se va a salir del pecho!
Como si fueran las crines
de ese caballo que baila,
al ritmo de serafines
quiero que vibre tu espalda.
Afortunado el marqués
y afortunada tu madre,
de haber tenido otras cien
para que alguna tocase.
¡Ay quien pudiera tener
la flor de tu paraíso!
Y yo la voy a coger
porque ahora, Dios lo quiso.
***
Me pregunto que habría hecho
si yo hubiera estado allí,
viendo a dicho monumento
con carnes color marfil.
Le habría dicho: ¡linda flor
déjame coger tus cabellos,
y siente mi corazón
que se va a salir del pecho!
Como si fueran las crines
de ese caballo que baila,
al ritmo de serafines
quiero que vibre tu espalda.
Afortunado el marqués
y afortunada tu madre,
de haber tenido otras cien
para que alguna tocase.
¡Ay quien pudiera tener
la flor de tu paraíso!
Y yo la voy a coger
porque ahora, Dios lo quiso.
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