En las ínsulas de plata y oro
Aletean
tus labios, dama admirable;
Magnificencia
heredada del parto.
Hoy
tus ojos se extravían en los diamantes
Que
derramaron mis pensamientos.
Boca
amansada por el éxtasis
Que
desprende el follaje de tu espíritu.
El
insaciable Eros, evoca los encantos del mundo;
Mas
tu gloria siempre tiene doble filo,
En
la epopeya de un experimentado marino.
En
mi sangre se satura la espina
Encerrada
en las tempestades de mi alma.
En
mi horizonte hay plantas y llanuras
Y terribles lobos aullando
En
noches de amarillenta luna.
Vivo
a la sombra de tu intensa luz
Y
el rocío de las flores se agosta
Con
los rumores metafísicos del espíritu.
Dones
femeninos cuya luz
Oculta el resplandor de azufre
Concentrado
en mis entrañas.
La
tormenta indica las rutas del relámpago
Y
los océanos de fósforo deslumbran los cementerios
Donde
las lágrimas áureas
Se lanzan a la conquista de nuevos vientos.
Tras
las huellas de la oscuridad
Cabalgan
mis sueños y mis cábalas;
Fuerza secreta llena de tentáculos
Que
impregnan la charca de mi conciencia,
Donde
aletean las huellas guerreras
En las ínsulas de plata y oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario