En
un principio
En un principio,
Era una hermosa flor morena;
Con el tiempo al languidecer
sus pétalos,
Pasó a ser una flor teñida de
rubia.
Curiosamente empezó a llamar
la atención
De todo aquel ingenuo que la
observaba.
La flor se lo creyó,
Inflamó su ego, e incluso se creyó ser
Merecedora de conquistar el mundo,
Quizá ignorando que el mundo
Había sido reconquistado
Por otras flores surgidas en
tempranas primaveras
Y con las cuales, le era
imposible competir.
Estas últimas poseían lozanía
Y frescas fragancias;
Pero en su mente de caracol
No cabía la palabra fracaso,
Y una leve conquista
Le pareció todo un triunfo
otorgado por los dioses.
Hasta que un día,
Alguien la animó a que se
viese en el espejo
Del lago inmenso de la vida;
Mostrándole la amarga
realidad
Que no era otra cosa que:
Todos tenemos una primavera
Y también por qué no,
Un otoño cruel capaz de
deshojar todo un bosque,
Hasta mostrar sus vértebras.
Eso que ves reflejado en el
lago
Es la filosofía del ser
humano,
Incapaz de soportar los
huracanes
Con sus negros e inmisericordes
latigazos.
Los cuales, hacen mella
Dejando sus cicatrices a modo
de firma.
No existe la flor eterna de
la juventud,
Esa flor es momentánea,
Un ave de paso que por unos
días
Alegra la campiña con sus prolongados trinos.
Quien no quiere ver esto,
O es un ingenuo o es que está
loco,
Por desobedecer las leyes de
la física,
Por el mero hecho de colocarse
una carátula;
La cual, no sólo oculta la
realidad,
Sino que a su vez ofende
Al Ser de todo lo creado.
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