miércoles, 1 de diciembre de 2021

Los hombres tigre "Relato"

 

Los hombres tigre

 

“Relato”

Hay hombres, a los que sólo les falta rugir para ser fieras. Hombres, embutidos en su frac y pajarita, con guantes blancos para purificar sus manos, y zapatos de piel de cocodrilo para marcar sus huellas. En su maletín de viaje, transportan las ilusiones de sus vecinos; Son hombres, que se hacen las leyes para sí mismos, o lo que es igual, para su propio beneficio, al igual que los pomposos trajes que visten, hechos por su sastre a medida. A los demás, los indefensos u oprimidos por sus leyes, les viene excesivamente grandes, porque las medidas que dictan sus leyes no las pueden digerir, al estar sometidos y subordinados a su conducta pueril, exhalando el rencor por cada célula de su cuerpo. Embriagados de ira, absortos, engullen sus miedos impasibles, con sufrimiento propio de los mártires. Callan marcando la pauta subliminal, cual jornalero hambriento y sin hacienda alguna, por temor a no ser mandados a picar duramente en las subterráneas minas, donde se degrada el alma, al ver  todo de color negro, pues no llegan a ver la claridad del interminable túnel,  construidos por sus antepasados en una revolución callada, donde se sintieron traicionados por el despotismo execrable de la burguesía clerical y dominante.

Estos hombres tigre, cual globos de neón,  suben como la espuma, por ser el calco de los despropósitos de otros tiempos. Adquieren sus títulos nobiliarios, que prenden de las paredes de sus estelares despachos. A ellos observo y los veo zurcidos con los flecos que antes se les olvidó unir a sus antepasados. De ese modo, cierran el círculo. Nadie tiene escapatoria, sólo los renegados los consiguen; Pero no con demasiado esfuerzo, sino que a éstos, les abren las puertas de par en par, para se marchen a hacer sus revoluciones a una isla desierta rodeada de tiburones, para que así, no tengan la posibilidad de volver nunca a protestarles.

Son excomulgados sacrílegamente  por estos eruditos, por no consagrarse a los cánones establecidos. Son los blasfemos del método, los inquisidores del sistema, los contrarrevolucionarios de las causas perdidas, los impíos de la civilización y orden establecido.


Mientras los hombres tigre, los tiburones de las finanzas, los cachalotes de la corrupción, los pesos pesados de la economía, los sostenedores de la nación, los más patriotas que nadie, están subidos en su pedestal marmóreo, con un cetro al que le pesan demasiado sus piedras preciosas, cuyo brillo, les hace languidecer, puesto que sólo están de paso, en un desfiladero angosto y alto, donde pueden quedar sepultados ante cualquier avalancha.

Son fieras con collares de castigo, con púas de acero, donde sólo cabe eliminarlos envenenándolos con cianuro, acónito, o cicuta, mezclado con uno de sus manjares, en las muchas zahoras que se auto conceden. Con los hombre tigre, no cabe el enfrentamiento en un cuerpo a cuerpo, porque son intocables y al mismo tiempo omnipotentes, con esbirros fieles que les cubren las espaldas, como cuarenta Judas, comprados por cuatro monedas y no de plata, sino de calamina..

Algunos piensan, que estos hombres tigre, son formados y adiestrados al mal, por la misma sociedad que les rodea. Yo creo que son así desde que nacen. Ya en la cuna son rebeldes, lloriquean y son inquietos, causando la desesperación de sus progenitores. Su crianza es una tarea  ya de por sí, ardua y molesta, teniendo que tener con ellos una resistencia espartana y encomiable, por no decir que, hay que tener   con ellos más paciencia que el santo Job.

Conforme van creciendo y van teniendo más uso de razón, los hombres tigre, practican el juego absurdo de la sin razón, el egoísmo inquebrantable; Todo les parece poco en pos de ellos, creyéndose ser merecedores de las lisonjas que, para intentar acallarlos, sus padres les conceden, aún a costa de superar netamente sus posibilidades.

Son los arruina familias. Con ellos, las desavenencias se multiplican, siendo el caos conyugal, y en suma, el azote que Dios, les ha enviado para redimir o purgar sus culpas, sin  ser conscientes  de la realidad  ni de qué son culpables.

En la escuela, son los típicos  que sobresalen de los demás, los sabelotodo, los astutos pícaros, los enchufados de los profesores a los que siempre les hacen la rosca y regalan lechales  o jamones para la Navidad; Son los que tiran la piedra y esconden el brazo, teniendo además la suerte de que nunca les pillan infraganti, haciendo pagar sus maléficas travesuras a toda la colectividad. Son los que suelen caer en gracia sin ser graciosos. Y si cuentan algún chiste, por malo que sea, todos muestran muecas sonrientes.


Es raro el que no acaba por ir a la universidad. Aunque no es imprescindible que esto ocurra para triunfar en sus campañas. Triunfan en todo aquello que emprenden por más variopinto que sea el negocio.

Más los que se gradúan en la universidad, son los que encabezan el pelotón de las huelgas, pues a esto hombres tigre, les encanta emprender guerras para que sean los demás  quienes las terminen,  dando incluso su vida por ello.

En las manifestaciones, son los punta de lanza para dejarse ver, haciéndola como si fuera una iniciativa propia, y los demás, son meras comparsas, consiguiendo con ello, doblegar inclusive al profesorado.

Es en este periodo de sus vidas, cuando sus proyectos y ambiciones enraízan con fuerza: son los formadores de círculos de castas, donde por supuesto ellos, estarán en el círculo  de los hijos de los poderosos, de los  influyentes.

Una vez que entra uno de estos hombres tigre en el círculo, este, quedará cerrado herméticamente a los demás, a los cuales, considerarán parias de su sino. Dentro del círculo, los elegidos se unirán en hermandades, cual logias masónicas, donde darán el gran salto a la fama, alcanzando los poderes fácticos. Con ellos, moverán todos los hilos de la entramada.

Cada uno de estos hombres tigre, se colocará en un punto estratégico, como piezas ordenadas de una tabla de ajedrez, cuyo propósito final es dar jaque al rey, eliminado a todos los peones, caballos, torres  o alfiles, que  encuentren por su camino.

Los hombres tigre,  decanos  honoris cusa, los condecorados, los laureados que reciben el aplauso efusivo, como alquimistas de la economía, los libre pensadores, ya que en sus manos tienen el talismán y la llave maestra que abre las puertas del universo. Un universo repleto de estrellas negras, sin luz propia, porque la que parezca brillar, aunque sea de forma tenue, es conducido rápidamente  a la isla solitaria, infestada sus costas por hambrientos tiburones, primos hermanos de los escualos que allí los mandan. Allí, en su destierro, nada pueden hacer estos náufragos del oprobio, salvo mandar botellas con menajes de profecías, con clamores de atención,, cual trompetas del apocalipsis, anunciadoras de los aterradores males que están próximos a llegar; O lo que es igual, el derrumbe de estos ídolos con pies de barro, cuyos cimientos reposan en un cenagal de corrupción; el mismo que terminará absorbiéndolos de sus poderes bastardos, hasta que llegue el día añorado, en que cada cual, gane según sus necesidades, no según sus capacidades, lo cual será un distintivo de honor, una recompensa de  hacer aquello que realmente le gusta, teniendo para tal fin, la suerte de tener una preparación para poder desarrollar su actividad elegida.

Mientras, darán pataletas de rabia y gritarán con ira, con la vacua esperanza de que alguien recoja los ecos de estos náufragos, adelantados de una época que tristemente les tocó vivir; Una época gemela al Medievo, donde la vida, se convierte en un valle profundo y gris para que tengan cabida sus ardientes lágrimas.

Hay que resaltar en estos hombres tigre, sus romances y amoríos; toda su vida la disfrutan en este campo  a plenitud, cual abejorros que van saltando de flor en flor, en primaveras radiantes; Todo en ellos,  son amantes y queridas, todo son befaras,  desenfrenos y locas orgías; pero no con cualquiera, en los asuntos de goces  son muy selectivos y como tales,  seleccionan aquellas que orbitan por las grandes esferas y con reales vuelos: destacadas musas de gráciles rostros; dado que, estos pavos reales, a todos los lugares llegan con sus reales plumas. (Tarjetas de crédito, y repletas carteras de billetes, por supuestos que con aquellas divisas de más valor, y en las cuales están montados)


En cuanto a sus matrimonios, estos hombres tigre, vagan en un mero contrato redactado a su antojo, y que quedan anulados en el momento que no puedan sacar más partido; pues se envuelven en el celofán cínico de la infidelidad, no dudando en comercializar con su cuerpo y ofrecerlo al mejor postor, aunque sea disfrazado con el oscuro velo de los negocios.

No dudan en divorciarse ante cualquier fatalidad, dado que, estos hombres tigre, no perdonan el fracaso mercantil emprendido para tal fin.

Sus hijos, si es que los llegan a tener, suelen lucir la pajarita en el cuello y aprenden muy rápidamente. También suele ocurrir, que, alguno de sus miembros tome el sendero equivocado, siendo entonces  considerado como el garbanzo negro de la comida, la oveja negra del rebaño. Es lo dispar, al que le asquea la sociedad consumista, desprecia el dinero ganado turbiamente, y se revela a las pautas y normas establecidas por sus congéneres, encontrando de esta manera la forma de  equilibrar un poco la balanza.

En su edad juvenil, son los abanderados de la insumisión, el azote de los ejércitos y de los bloques defensivos. Se convierten en misioneros del mejor reparto de los bienes terrenales. Son los férreos sindicalistas que con su actitud, llenan las páginas de los heraldos y telediarios a base de reivindicaciones absurdas. Son los  Sidharta Gotama, los que piensan que para vivir, es suficiente con un mendrugo de pan, un poco de agua y cualquier harapo, propio de los protagonistas de las novelas ejemplares, llegando a ese punto por medio de la reflexión espiritual, obtenida gracias a Dios, en la soledad de un recóndito  desierto.

Luego, ante la imposibilidad de dar de comer  a tanto hambriento, ponen su cuerpo de carnaza, para dar ejemplo austero, dando a entender que hay que ser pobre en la tierra para alcanzar las riquezas del cielo, como alguna religión nos dice frecuentemente y que tan cerca me toca.

Gota, que hace desbordar el vaso  de la hipocresía y el despotismo, por muy ilustrado que este sea; Para que de ese modo, pueda continuar la estirpe del ajenjo, mientras el mundo sea mundo y no se canse de girar siempre alrededor de los hombres tigre.

 

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