Mil
maneras de morir
Podrá haber mil sitios para morir;
Pero sólo uno donde se morirá;
Se podrán tener mil amores;
Pero sólo uno te corresponderá.
Lo curioso, es que tanto el amor
Como el sitio donde morir
No tienen la potestad de elegir;
Esa elección no es nuestra,
Salvo que se tenga un instinto
suicida;
Pero en tal caso, nunca se puede
elegir
La forma, el arma, o el elemento.
Todos están ahí, esperando,
Como la piedra espera en el
precipicio,
La soga, el río, el mar, la cárcel
o el frio cuchillo.
No se puede elegir la consistencia
de la soga,
Ni su grosor, ni su longitud
Para poder alzar nuestra cruz.
Te podrás ahogar en la apacible
playa,
En medio del océano embravecido,
O simplemente con una miga de pan,
Sólo el destino lo sabe,
Y aunque no se creyera en el
destino
La certeza es que el destino
No tiene apegos ni sentimientos,
Él es quien decide el último
segundo,
El último latido,
La última mirada,
El último rictus.
Hasta la nieve blanca y pura
Acaba derritiéndose por el sol
abrasador;
Hasta la flor más bonita del jardín
Tiene los días contados,
Y nosotros, somos un número
Para saber el orden dentro del gigantesco bombo estelar;
Pero al final, por mucho que nos
queramos escabullir,
Nuestro número sale.
Por tanto, un número del infinito
que se puede borrar,
Una inmundicia que se puede tirar,
Un recuerdo que se puede olvidar.
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