jueves, 20 de julio de 2023

Después de tanto oír y oler

 

Después de tanto oír y oler

 


La edad, me hace cambiar,

Pisando donde ya está machacado;

Es verdad que  se ansían los senderos estrechos,

Aquellos que incluso te impedían el paso;

La intriga fue que supe dar la vuelta

Tras cientos de veces intentándolo;

Lo fácil, sería volver a un sendero oscuro

Arriesgándome al furor de la tormenta;

Ahora, esas tormentas las observo bajo techo,

Sin importar que caigan  chuzos de punta,

Porque estoy rodeado de recuerdos agradables,

Objetos decorativos que, hasta me sorprendo.

Fuera de mi cobijo, la savia  verde predomina,

La nube descansa. Pero en la lejanía,

 Siguen  rugiendo los formidables truenos.

En su diccionario, caben todos los horrores,

Todos los errores, todos los amores.

Me pongo triste. Al pensar que, posiblemente,

 Alguien tema a la tormenta y  asustada

Ponga los pies en lo alto de una silla,

O vuelva a la cama para protegerse

Tapándose  hasta la cabeza para aislarse.

 Las tormentas del alma también causa estos efectos.

En el exterior, el verde aún quiere más,

Adora esa clase de música atronadora,

Pues ella, es la precursora de la gentil  lluvia;

La lluvia  refresca y purifica el aire

Y luego, todo huele a tierra mojada,

Sabor agradable e inspiradora de deseos ocultos,

También prohibidos, porque alguien,

 Dijo una vez que era pecados mortales.

¡Curioso por ser alguien que tiene el poder de alzar la voz!

Muchos le hicieron caso y aceptaron dicha ley.

Pero el alma no entiende de leyes

Y se niega a perder su libertad.

El presente se forja  a base de recuerdos,

A veces, sombríos, a veces con intensa luz,

Siendo  esa luz, la que hace ver las cosas

 Que permanecen ocultas 

Tras el velo de los perjuicios divinos.

Los mortales, muchas veces nos achicamos

Ante la potestad divina;

Pero a veces, es capaz de revelarse

Y preguntar por qué ha de someterse

A alguien que ni siquiera ha visto.

¡Está bien seremos ángeles caídos,

Hombres con cara roja y cuernos afilados!

Pero tenemos la facultad de pensar,

Y la capacidad para tener un criterio  propio.

La edad, es sabia, sólo los niños obedecen

Y se dejan llevar de la mano,

Porque todavía carecen de conciencia.

Más la conciencia, se engrandece 

Conforme avanzan los años  haciéndose libre.

¡Qué digan lo que quieran!

¡Qué ladren como perros sedientos de sangre!

A estas alturas de la película,

Ya nadie puede decirme lo que debo hacer o decir,

Cuando la mentira se pasea por doquier.

Es ya tan habitual, que te hacen confundir el día con la noche.

Nada de lo que se dijo ayer tiene sentido hoy,

Porque son los mismos perros con distintos collares.

¡Pero bueno, créeles para así facilitarles

Que sigan incrementando su capital a costa de los ingenuos!

¡Qué no, que todo se hace con un fin materialista!

¡Ya sé que no me has oído!

Quizás porque tus orejas son pequeñas todavía,

Y tu nariz, no tiene el fino olfato del sabueso.

Por curioso que pueda parecer, las orejas y la nariz,

 Son los únicos miembros que siguen creciendo.

Yo antes era chato, y las orejas las tenía pequeñas;

Pero después de tanto tiempo de   oír y oler,

Han crecido tanto que no me las reconozco.

Por tal motivo, que no me vengan a dar lecciones

Alguien que no me iguale o supere en edad.

 

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