Ensoñaciones
en la tercera fase
“La
sonrisa del diablo”
Es sorprendente lo que puede levantar
el ánimo una sonrisa; Máxime, si dicha sonrisa es ofrecida por el ser que
deseas y atrae.
En esta ocasión, duró tres segundos;
Pero dicha energía, puede prolongarse en el tiempo, quedándose esa
instantánea grabada en tu mente. Independientemente de que puedan acaecer otros
motivos capaces de causar desazón o
lágrimas; O tengas obligatoriamente que fijar tu atención en otros menesteres
que, la vida, nos obliga a resolver para
que sea más llevadera.
Mas cuando esta clase de situaciones
suceden y las ves superadas, inevitablemente piensas que es gracias a aquella
benefactora sonrisa.
Dos almas chocan de frente y obran el
milagro.
¡Me ha sonreído! Te dices pletórico de
alegría.
¿Pero qué hubiese pasado si pasa a tu
lado y esquiva la mirada? Seguramente habrías pensado que tu presencia le molesta,
Que le da igual si llevas sangrando el
corazón o la frente.
Cuando la sonrisa se torna en
indiferencia, te lamentas y maldices: ¡Ojala te preñe un camello y te deje su
joroba en el vientre!
¡Ojala
te retuerzas de dolor y sea infinito el dolor de tu parto!, ¡ojala…!
ojala…!
Bueno, habéis notado la diferencia ¿no?
Yo también: ¿pero y ella? ¿Se habrá parado a pensar algo así?
¿O su ja-ja-ja, y ji-ji-ji, la exime de
tener esos pensamientos transcendentales? De ser así, sólo será un objeto
andante y sin sentimientos. ¡Ella se lo pierde! ¿Porqué cuánto puede durar el
baile de su fiesta? ¿Cuánto tiempo puede durar el brillo de su trono?
Lo cierto es que no puede durar mucho
porque la vida es corta.
¿Y le valió la pena? ¿O eso es como el
dicho: pan para hoy y hambre para mañana?
El pan de hoy, ¡qué te aproveche! Y el hambre,
no esperes que sea yo quien te la alivie
¡Cómete el tridente del diablo maldita
bruja, pues con él, es con quien te enviaré!
Aunque pensando…pensando, me pregunto:
¿No será que esta mujer se coloca una
máscara sonriente y luego, se viene arriba presumiendo de sonrisa? ¿No será acaso esa, la
sonrisa triunfal del diablo?
Seguramente convivirá con él y
comparta su maldita gracia; Para luego conversar sobre cuántos ingenuos han
picado su anzuelo. ¡Ah! Porque esa es otra posibilidad, la que se regocijen a dúo, como si fueran comadrejas chupando los huesos de una gallina. Sin importar los sentimientos
ajenos.
De ser así, y pese a la ventaja que
llevan riéndose de la ingenuidad de las personas, la ingenuidad, tiene por defensa
la misma ingenuidad.
¡Yo no tengo la culpa de ser un
ingenuo!
¡A mí, me hicieron de esa forma! La
culpa pues, es de quien otorgó dicha desgracia. Luego entonces, cabría pensar
que en realidad, no están riéndose de
mí, sino de aquel que me hizo. Y si el que me hizo, consiente esta humillación,
entonces es para pensar por muy ingenuo que uno sea, que, el que me hizo, y el
diablo, provienen del mismo vientre. Y por tanto, de la misma madre. Y que esta,
tiene dos caras: una triste, y otra, sonriente. Y que cada cual, la ve distinta según el perfil que en
esos momentos se encuentre.
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