Mujer
extraordinaria
No quiero que la llama de tu amor
Sea una llama que el agua apague;
Sino que sea gasolina su combustión
Para que fácilmente se propague.
No quiero que tu pasión me dé la
espalda
Y en mi pecho se incrusten sus cristales,
Para que mi sangre brote en la campiña
Y conviertan en frío acero sus puñales.
Quiero un trigal de goces perpetuos
Con una mujer de iluminada mente,
Que refleje su carácter en los espejos
Y entre nuestras oriyas levante un puente.
No quiero que me digas lo contrario
De lo que en realidad de mí estás
pensando;
Y si como tú, soy especial o extraordinario,
Demuéstralo para que no esté preguntando.
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