Volteando las páginas del amor

Volteando las páginas del amor

 

Estás tumbada de lado,

Abro tus piernas  hacia mí,

Como abro las páginas de un libro;

 Y en la dorada grieta de  tus ingles

Se aprecia el suave bello,

Semejante al plumón de los pájaros.

Página azul volteada,

Antesala del placer,

Impregnada de sabiduría;

Flor en cuyo interior

Se halla el néctar de la vida,

La  miel y el elixir de los dioses.

Volteo otra página,

esta, es de color rosa,

Pus el libro que estoy ojeando

Tiene las páginas de colores,

Semejante a los colores del arco iris

Que adornan el cielo;

Por el que un día subí

Y no quiero apearme

Quizá ante el temor de caerme.

Volteo otra, y otra, y otra.

Es un libro de páginas infinitas,

Es el libro del amor

Donde no hay  página más interesante que otra,

Ni más gozosa, ni más sublime;

Es cual bola de nieve cuesta abajo

Cuanto más rueda, más voluminosa  se convierte,

El libro, sólo hay que descubrirlo;

Está ahí, tumbado de costado;

Esperando a que alguien lo acerque hacia sí

Y empiece a voltear sus páginas de colores.

 

La guadaña de la muerte

La guadaña de la muerte

 

La guadaña de la muerte.

Nada puede haber peor,

;

Máscara de hierro rusiente

Que sólo inyecta dolor.

El mundo es testigo mudo

De los surcos del terror,

 Asfixiándote con su nudo

Sin muecas de compasión.

El dinero desdentado

Es risa sonora y hueca;

El cuerpo ya está saciado

De pincharse con la rueca.

Toda dignidad dispones

Desde el día que nacemos;

Al viento ondean crespones

Y eso es lo que ganaremos.

Conquistaremos cementerios

Impregnándolos de auroras;

Con sus halos de misterios

Y sus liras triunfadoras.

Espíritus gentiles

Espíritus gentiles

 

Cuando bien  tú foco o su gentil llama

Sean  destellos provenientes del Olimpo;

Entonces encontrarás la ansiada fama

Como famosos son ya Homero y Ovidio.

 Tu abundante cabellera rubia y rizosa

Alcanzarán del Misisipi sus  oriyas;

Y en  San Luis, se esparcirán las rosas

Que en tu pecho  fueron  concebidas.

Tu lozanía brillará  en lo más profundo

Dando fulgor a las estrellas del cielo,

Desterrando los placeres de este mundo,

Navegando por las ondas de tu pelo.

El casco de tu quilla será rocoso y fuerte

Transportando a los espíritus gentiles,

Triunfadores del   tiempo y de la muerte

Ondeando   blasones de genios varoniles.

 

Los malos tratos "denúncialos"

Los malos tratos

"denúncialos"

 

A veces, escribo en clave,

Con palabras esculpidas;

Para gente que no sabe

Que van a ellas dirigidas.

Yo les entrego la llave

Para abrir su mente insípida;

Pues hacen  como  esa ave

Con la cabeza escondida.

No miras; pero ahí estás,

Veo tu cuerpo de avestruz;

Si no te atreves a hablar

Has de seguir con tu cruz.

Tu enemigo son los miedos,

Por lo que de ti dirán,

Lanzándote sus  torpedos

Cada día al despertar.

Hay maltratos que son físicos,

Otro maltrato es verbal;

Aunque provengan de un tísico

Que ningún valor te da.

Ya redoblan los tambores

Invitándote a luchar,

¡Deja a un lado tus temores

Para que encuentres la paz!

 

Sueño raro

Sueño raro

 

Un  grupo de personas, para mí desconocidas,

permanecen alrededor de un caldero de migas, todavía humeantes en las brasas del fuego. En el enorme caldero, se ven muchos trocitos de carne. Cuando una persona mayor, de luenga  y nívea barba, tomando la palabra y ofreciéndome una cuchara de madera, se dirige a mí,  diciendo: “coge aquello que más  te agrade de ti.”

“Si alguien sabe interpretar esto, que me lo haga saber”

Covid diecinueve

El Covid diecinueve

España viste de luto,

Sus acalles están desiertas;

Es como un diamante en bruto

Al que le falta belleza.

A través de las ventanas;

Se ven  siniestras siluetas

Por clara sea la mañana

Y el sol esté que revienta.

Las fuentes  vierten sus aguas

Más nadie acude a beber;

Por culpa de un enemigo

Al que nadie  puede ver.

No hay personas en los bancos

Que están por las avenidas;

Por temor a los contagios

De las hordas aguerridas.

El reloj se desmorona,

Sus saetas no se mueven,

Por la mortífera corona

Del covid- diecinueve.

 

Mi espíritu entre tinieblas"poema gótico"

Mi espíritu

Entre tinieblas
"gótico"

Por la belleza dancé,

Por la belleza morí,

Con la verdad yo soñé

Y en mi tumba respondí:

Hasta que el fresco musgo

Cubra mis resecos labios,

Las camelias  y violetas

Serán  penas de un sudario.

La voz de todos gusanos

A coro serán  lamentos,

De todos seres humanos

Que de hielo es ya su aliento.

Mi espíritu entre  tinieblas

Busca latidos humanos;

Hasta que la luz de mi alma

Diluya en sus  blancas manos.

 

Oscuro confín "poema Gótico"

Oscuro confín
"Poema gótico"
 

¿Dios? ¿Quién es dios?

No lo conozco. Nunca me lo presentaron;

Pero sí conozco el dolor,

Y la sangre, que en su nombre  derramaron.

¿Y el amor? De mí, huyó hace años,

Mieles eternas en la oscuridad,

Sexo y profundas pasiones,

Mentiras de un sueño de cristal.

Hoy, el cielo es negro, sin estrellas,

Corazones que dejaron de latir,

Que un día habitaron la Tierra

Dejando ya  de sufrir.

¿Te sorprendes? Quizás digas que sí;

La vida es espina punzante,

Dolor, odio, amargura…

Encerrados en una urna

Que llamamos sepultura.

Hoy tengo el aliento helado,

Quizás por culpa de ti.

¿Y tú, dónde estás ahora?

¿En el oscuro confín?

¡Valla suerte tienes niña!

Yo no quiero… ¡Y sigo aquí!

 

Floreciendo el alcanfor

Floreciendo el alcanfor

La  acacia es mi amor  secreto,

Sus espinas mi dolor,

Mirarte  es el cielo eterno,

Loca es mi fascinación.

La camelia es la excelencia,

El arum es el ardor,

La simpatía es mi bálsamo

 De castaño mi bastón.

La gardenia es adorable,

El heliotropo es devoción,

Gentileza es el geranio,

Y el laurel es la ambición.

Buenas noticias es el  iris,

El limón es descripción,

El ciprés muerte y angustia,

La lila dulce emoción.

Mi vida, amarillo  Mayo

Floreciendo el alcanfor;

Somos dos rosas ardiendo

En un mismo corazón.

 

 

 

La zarza del amor III

La zarza del amor III

 

¡Qué puñetera es la zarza!

¡Y qué agradables sus moras!

Pues al cogerlas se engarfian

Sus espinas vengadoras.

 

Una pequeña y dorada

Fue cual letal aguijón,

Dijo que estaba frustrada,

Y de manera envenenada

Se clavó en mi corazón.

 

Es algo que no entendía,

Jamás supe su razón,

Pues por ella  desvivía

Y mostré mi simpatía

El tiempo que nos unió.

 

Quizá estaba muy madura

Y yo la cogí muy fuerte;

Soy hombre de Extremadura,

Donde la tierra es muy dura

Y los hombres…, van a muerte.

 

 

 

 

Gracias padre

Gracias padre
 

Dios en la tierra es un padre,

Que  vida a un hijo le dio;

El siempre sus brazos abre

Para darme su calor.

Gracias padre por quererme,

Gracias padre por tu amor;

Si algún día yo soy padre,

Quisiera ser como vos.

Hoy es el día del padre

Y  te doy me bendición;

Por tu trabajo abnegado

Hasta  que se pone el sol.

A donde quiera que vayas

Contigo me querré ir;

Estoy seguro a tu lado,

Con tu aliento, soy feliz.

 

 

Abismos de amor

Abismos de amor

El amor,  es como el océano inmenso;

A veces, se muestra  tranquilo y placentero,

Con suaves brisas de dulce virtud;

Pero cuando  sus olas se agitan por los vientos

  Muestra su fiereza y su ingratitud.

Me propongo con estrofa seria y fría

Sin elucubraciones alteradas,

Mostrar sus olas de espuma y cristal,

Soy  río vivo, mostrando algarabía

Aunque sé que llegará el penoso  día

En que mi polvo desembocará en el mar.

El hombre vive en su oscura caverna

Echando raíces en su huerto pequeño;

Con un soplo prolongado de tristeza;

Mientras que el azulado e inmenso  mar

Decapita todos nuestros sueños

Sumergiéndonos en sus abismos y oscuridad.

El hombre se siente  un ser imperfecto

Al no poder atisbar  con su ciencia

Los vertiginosos abismos humanos,

Ni tampoco  la profundidad de su corazón;

Más sí lo hace la mentirosa conciencia

En las impenetrables simas del amor.

¿Quién puede entender este milagro

Cuando la muerte  llega a los ochenta años?

Me queda  por andar mucho camino

Y clavarme muchos aguijones de venganza,

Admirables zambullidas con máquinas

En el incansable vientre del destino.

Bandadas de palomas torcaces

Heridas por las lanzas de la luna,

Llegan hasta sus fauces  formidables;

Tragándose los sueños de  blanca espuma

Con colmillos  cual afilados sables.

Formando el más irónico contraste,

El océano salvaje y el dulce amor;

El hombre es un mar sin sal

Hermoso alcatraz volando en derredor

De un enigmático y sombrío puerto;

Protegido por su semicircular espigón.

 

Mientras el Azulado océano  de cristal,

Se adentra en el íntimo remordimiento,

Desconociendo tu destino y  amor secreto;

Tempestades que humedecen mis ojos,

Amoratados de tanto llorar;

Pero por más lágrimas que derramemos,

Nunca equivaldrán a las salobres lágrimas

Que contiene una sola ola del mar.