domingo, 25 de noviembre de 2018

En las puertas del cielo


En las puertas del cielo

_¿Por qué estáis  todos tan tristes?

¿Por qué las lágrimas os ciegan?

¿Por qué no está con vosotros

También mi hermana en la mesa?

--No preguntes hijo mío

Por tu hermana la pequeña,

Está sumida en un sueño

Del que nadie se despierta.
 

Porque aunque está, se ha ido

A vivir en Gloria Eterna,

A jugar con angelitos

En la más lejana estrella.
 

_Le hablé y no ha contestado,

¡Cuán profunda es hoy su siesta!

Sus ojos no han parpadeado

Y tiene la cara yerta.

__Tan linda como una flor

Tan blanca como una perla,

Por eso cuando nació

Puse por nombre Azucena.

¡Qué poco disfruté yo

De la dicha de tenerla,

La muerte vino a traición

Y se apoderó de ella!

Contra ella se restregó

Con sus manos polvorientas,

Y el polvo la intoxicó

Con sus fiebres  virulentas.

Nadie ha podido salvarla

Ni doctores, ni la ciencia,

Dicen que ésta aún le falta

Por descubrir cosas nuevas.

Y yo embriagado de cólera

Digo que la muerte es vieja,

Que convive con nosotros

Y ya al nacer se nos pega.

Vuela con negro crespón

Como mariposa negra,

Presagio de maldición

Que el diablo trajera.

 ¡Qué ilusión ella tenía

Al saber algunas letras!

¡Y qué incansable escribía

En su flamante libreta!

Llegó la atrevida hora

La última que a todos llega,

La que muy pocos añoran

Y el resto nadie desea. 

¿Por qué llegó ya su hora

 Esta flor tan tempranera?

¿Por qué no le llegó a otros

Que son peores que fieras?

¿Por qué los buenos se van?

¿Por qué los malos se quedan?

Por ellos lloran las flores

Y se estremecen las piedras.


¡Cuánta prisa en ti se dieron

Hija de mis entretelas!

No siendo correspondida

De vivir la vida entera.

Esta es la ley de los dioses

Que es superior a la nuestra,

Por más berrinches que tomes

Nadie ha de oír tus protestas,

Si esto es justo es que no hay Dios

Si lo hay, no se da cuenta,

Suplico con devoción

me sea a mi niña devuelta,

En el cielo habrá algarabía

Se oirán violines de orquestas,

y aquí nos deja la ruina

que es vivir sin su presencia.

Hoy yo vivo sin vivir

Las palabras se me enredan,

Porque solo pienso en ti

Luz de mi vida, Azucena.

Destino cruel que heriste

Con rápida y mortal flecha,

Parándole el corazón

A mi angelical pequeña.
¡Qué hora más desgraciada!

¡Qué hora  tan tiste y negra!

¡Se entrecortan mis palabras

Y el aliento se me enreda.

¡Qué hondo pesar el mío!

¡Qué sufrimiento y qué pena!

¡Que para alcanzar el cielo

Halla que hundirse en la tierra!

Cual alimaña voraz

Siempre con la boca abierta,

Para intentar atrapar

A las niñas indefensas.

Ese ser que nos absorbe

Con tanto ímpetu y fuerza

Y las nubes lo presagian

Con cúmulos de tormenta.

Una tormenta sin agua;

Pero de rayos violenta,

Se me ha llevado a mi niña

Que era mi mayor riqueza.

La que me daba la dicha,

Sin ninguna recompensa,

Y ahora extasiada de ira

Deseo cortarme las venas,

Para irme al más allá

para juntarme con ella.

Por más claro que sea el día

Yo veo oscuridad perpetua,

Porque el crisol de mi vida

Se apagó a la vez que ella.

Esto es una maldición

Que a la bondad se revela,

Contra esto no hay perdón

Ni escusa para tal condena.

Parte a emprender otra vida

Más superior y más bella,

¡Ya están las puertas del cielo

Para mi pequeña abiertas!




 



 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario