La belleza que otorgó Dios
La belleza que tubo a bien otorgar Dios
para cubrir tu exterior
no son nada comparado
con los sentimientos bonitos de tu corazón.
Siendo todo un multiusos
que enaltece tu belleza inmortal.
Mientras que yo, consolado por los insultos,
se me endurece el pecho
y veo el arco iris incluso sin tormenta;
Pues al igual que el aire o el agua, existo;
Pese a no ser un Apolo elegante, propio de reyes.
Las horas eternas son los bueyes
que pastan y rumian
las manzanas y las mieles de la tierra prometida.
Donde se levantaron imperios
y narraron epopeyas
tras el pacto secreto entre el sol con las estrellas.
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