Últimamente
Últimamente he viajado mucho;
he visto muchos y bellos monumentos,
Espectaculares montañas,
Verdes valles impregnados de frescor.
He percibido el canto sonoro
de las cascadas
Que como hebras de platino
caían a mis pies.
He probado el dulzor del
cielo,
Sin embargo, hay algo que
siempre eché en falta
Tú presencia, bañada esta
Con la
gracia de tu altiva majestad;
Esa que hace enloquecer a los
ángeles
Convirtiéndose en la luz que
proyectas.
Mi único consuelo,
El que de
verdad me avivaba,
Era ver alguna estrella
deambulando
Por las calles atestadas y
sin horizonte.
El problema, es que esa
estrella
No indicaba el norte, ni
tampoco el sur,
Porque en definitiva
Esa estrella no eras tú.
Pues estabas a cientos de
kilómetros,
Por no decir a miles de nubes de distancia.
¡Te eché de menos!
Los ricos placeres que
puede ofrecer la comida,
O el éxtasis que se experimenta al observar
Un monumento pétreo y silente,
Hacía sentir una nada en mi
boca,
Que para lo único que servían
Era para abultar mi estómago,
Que, a su vez,
Me hacía estar más pesado e incómodo.
He llegado a la conclusión que da igual donde se esté,
Si en el fondo, eres un huérfano
Desprovisto de
tu alma gemela,
La que engendra los verdaderos afectos.
Así te vayas a la Conchinchina,
Y estés rodeado por las
mismas flores del Edén;
Todo quedará en una simple
anécdota;
Pues el único equipaje que se
necesita
Para ser feliz es el AMOR.
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