ves que el cielo está lloviendo
son lágrimas de puñales
que en mi alma llevo dentro.
Si me preguntas por qué
de mi dicha contrariada,
la respuesta está en saber
Ella derramó en mi pecho
sus blancas plumas de cisne;
pero después llevó el viento
y las arrastró hasta herirme.
Llevo una herida sangrante
que ni aún el fulgor del alba,
la cierra con sus destellos
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