domingo, 20 de julio de 2025

La música de una lágrima

 La música de una lágrima




¡Ya es suficiente! me dicen,

¡o pecarás de pesado!

 Nada será suficiente

si se ignora nuestro hado.

Esta es mi flamante idea,

profunda como un fandango,

con fragmentos de una música

del interminable espacio.

Bien sean chasquidos de piedras,

o alegres gorjeos de pájaros,

serán sombras que en la noche

transportarán  los murciélagos.

La risa hueca del río

se estanca en grácil meandro,

que luego azota con brío

tanto a hombres como a grajos.

Grajos que hasta incluso algunos

con fino alambre se ahorcaron,

debido a las autopistas

que invaden valles y prados.

Hoy los   latidos del agua

del laurel está bajando,

y allí en  la  tierra fresca

 convertirá luego en charco;

para de ese modo hundirte

cuando des el salto largo.

Ahora ya tus huesos crujen

como si fueran  relámpagos,

pues ya todo agobia y cansa,

incluso  viles halagos.

Los latidos del tiempo pasan,

pasan y  lo hacen cantando,

Igual que canta el jilguero 

coronando espinosos cardos.

¡Eso sí que es nítido!

¡Eso sí que es claro!

Hasta lo más insípido

torna a almibarado.

Cuando llega la hora

que todos odiamos,

 arrolla la locomotora

a todo cuanto amamos.

Pero hasta esa música

que nos es nefasta,

es astral su acústica

y el cielo la aplasta.

Ahora es dulce flauta,

luego, intrépido badajo,

que tañe los bronces

En días señalados.

La música de una pena

fluye tras esa lágrima,

 surcando rosas mejillas

para luego saborearla.

Puede ser lágrima dulce,

también puede ser amarga,

depende quien  la produce

si es lágrima de alegría, 

o es lágrima de infamia.

Toda la música del mundo

de personas y animales, 

Lo solfean en un segundo

mil  orquestas siderales.


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