Una pena en el alma
Guardo una pena en el alma
desde que dijiste adiós,
Ahora los ríos son lágrimas
vertiendo al mar su dolor.
Tan triste y solo dejaste
que enmudeció el ruiseñor
siendo del soto rey del cante,
y del mundo emperador.
Muchos serían los motivos
para causar dicha acción;
pero el mundo fue testigo
que en ti, ningún mal fraguó.
Luego no fui quien deseaba
sufrieras humillación,
fue fruto de algunos cuentos
que algún imbécil soltó.
¡Pero tu orgullo es muy grande!
¡Más grande que un avión!
Y ahora, llanto envía el cielo
e impera la vil traición.
Ansioso deseo llegue el día
para ver algo especial,
con poco conformaría
viéndolo todo tan mal.
Ayer posó una mariposa
Blanca en nuestro rosal,
rosal que los dos regamos
con besos de eternidad.
En crepúsculos rosados,
cundo el viento sabía a miel,
mas las cosas complicaron
hasta convertirse en hiel.
Llevándose todo al traste,
y apagar nuestro fanal,
el que con su luz guiaba
para así nunca encallar,
en las costas turbulentas
donde azota el huracán.
Mas ese huracán siniestro,
cruelmente nos azotó,
en el preciso momento
en que tú... dijiste adiós.