Los
molestos tábanos
En este tiempo estival, de ayuno severo,
He procurando inhibirme de
problemas,
De pensamientos filosóficos,
De buscar lágrimas falsas,
De crepúsculos púrpuras,
De flores exóticas.
He procurado barrer de mi cerebro
Los tábanos molestos de agudos
estiletes,
Los cuales, te hacen saltar y dar
manotazos desesperados;
Pues aparecen sin necesidad de
buscarlos.
En esta situación, la felicidad es
inmensa.
Colocarme la venda en los ojos,
Fue la mejor manera para
tranquilizar los nervios y el corazón;
Pero esa venda, sabía que tenía el tiempo contado,
La vida continúa, y los crueles y
desaprensivos tábanos,
Vuelan a su libre albedrío,
Llegando a comprobar que si antes
eran cientos,
Pasado un tiempo se multiplican
como las malas yerbas.
No hay pesticida que pueda con su
orgullo y su poder,
Y por tanto, engordan haciéndose
más ver.
Los tábanos, siguen ocupando sus
escaños,
Siguen presidiendo las federaciones
deportivas,
Siguen derribando aviones en los
que vuelan
Los que un día alzaron la voz
revelándose,
Las puertas giratorias siguen
engrasadas para estos tábanos,
Siguen dirigiendo el narcotráfico,
Las crueles e injustas guerras,
Y siguen colocando vallas para proteger
su imperio.
Nadie puede con estos tábanos.
Nunca dimiten.
Haría falta que se alinearan los
astros,
Para que se les empezase a señalar.
¡Son ellos!
Hace veinte años a mí me hicieron…
¡No te remontes a tanto tiempo!
Antes de ayer, ayer, hoy mismo, me
lo hicieron a mí.
Pues lo consideran tan natural,
como natural es respirar:
“Reírse de las desgracias y
aprovecharse del prójimo”